Hace 16 años que llegué a este colegio, y recuerdo haber llegado en taxi porque ni siquiera sabía dónde estaba la calle Mornés. Fue Isabel Seral la que me lo mostró esa misma mañana y, al ver el patio verde y el edificio antiguo donde viven las salesianas, de repente descubrí que ya conocía este lugar, porque mis primas habían venido durante toda su vida escolar a él, solo que no lo había visto nunca desde el otro lado. Recuerdo mi inseguridad, mi miedo, puesto que venía de otro colegio en otra población y me asaltaban las dudas sobre la manera en que trabajarían en este centro, quiénes serían las personas que formaban parte del claustro, en fin, todas las novedades a las que debería enfrentarme. Después de todos estos años , debo decir que considero un auténtico privilegio que el destino me trajera hasta aquí, porque es muy difícil encontrar un centro en el que la implicación de cada una de las personas que trabajan en él sea mayor ni más auténtica desde la persona que limpia o cuida del comedor esolar hasta la dirección, todo el mundo está comprometido y derrrocha ganas de hacer bien su trabajo con dedicación, imaginación, disponibilidad, cercanía... Solo hay que estar una temporada para entender perfectamente el "carisma salesiano".
¿Que por qué hago ahora esta declaración de cariño incondicional a mi centro de trabajo?
pues porque me canso de oír justificaciones para lo injustificable, de amenazas que no deberían tener cabida en un centro que mantiene sus aulas llenas a base de dar lo mejor de cada persona, ya que no es precisamente un centro elitista, y nuestros medios desde luego no son materiales, si llenamos es por ese plus de humanidad, amor, humor, dedicación y entrega que cada persona que forma parte de este claustro aporta de manera incondicional.
¡FELICES VACACIONES A TODOS!
PILAR, profesora del colegio
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